21 de Febrero de 2021
San Andreas
Haruki estiró su brazo derecho y con su mano tomó el pomo de la puerta, giró el mismo hacia un lado y con un poco de fuerza tiró de la puerta hacia sí, abriéndola. Dio unos pasos hacia adelante, saliendo del departamento y dando media vuelta hacia la misma para cerrarla.
Afuera, los faroles de las calles estaban encendidos, iluminando las carreteras donde los vehículos debían pasar. La noche estaba tranquila, las estrellas brillaban sobre ese cielo azul marino y la fría brisa de la media noche golpeaba su rostro con suavidad, balanceando sus oscuros cabellos lisos que sobresalían de su gorro negro de lana.
Haruki bajó los escalones del edificio que llevaban a la vereda uno por uno, mientras el sonido de sus tacones se hacía presente y se aproximó a su Hotring Racer A. Llevó su diestra al bolsillo superior de su vestido oscuro y con su pulgar e índice sacó de su interior un par de llaves junto con un llavero.
Éste tendría un oso de peluche pequeño de color morado, una margarita de metal y dos ángeles de madera.
Frente a ella se podía observar un Hotring de color morado muy bien cuidado y reluciente de limpio, con varios stickers pegados en varias partes de éste, junto con dos cuernos en la parte delantera donde se encontraba el capó y un neón de color rosado y brilloso en la parte de atrás haciéndole compañía a un alerón negro.
Haruki introdujo la llave en la ranura de la puerta del coche y abrió la puerta, acto seguido se ubicó dentro del mismo y la cerró. Encendió el motor, encendió las luces y emprendió su camino.
El trayecto fue corto, ya que su destino quedaba bastante cerca de su hogar, por lo que en cinco minutos estaba frente al cementerio de la ciudad. El sitio se encontraba algo oscuro esa noche, pero aún a una distancia considerable podían verse las lápidas sobre el césped y sus respectivas flores y pequeños adornos.
Haruki apagó el motor del auto y abrió la puerta para bajar. Una vez fuera, cerró la misma y se dirigió al maletero, se posicionó frente y con la llave lo abrió, subiéndolo con ambas manos.
Dentro podría observarse un ramo de rosas rojas envueltas en un papel blanco y un par de herramientas por si el carro se descomponía en mitad de la nada.
Haruki sacó el ramo de flores del interior y cerró el maletero. Guardó las llaves en su bolsillo y sosteniendo el ramo con fuerza y mirando el interior del cementerio soltó un pequeño suspiro.
Haruki: Aquí vamos...
Haruki emprendió camino hacia las lápidas con pasos lentos y con el corazón latiendo muy rápido en su pecho. Una vez llegó a la que quería, sus ojos se llenaron de lágrimas y su cuerpo comenzó a temblar mientras no podía quitar sus ojos de las palabras incrustadas sobre la piedra.
En ésta se marcaba el nombre en grande y en negro, junto con algunas fotos y pequeñas velas
"Nathaniel Kingston
19 | 12 | 1996 - 20 | 01 | 2021"
Haruki se arrodilló, posando sus rodillas sobre el césped, y dejó las rosas frente a los retratos de su difunto marido con un profundo dolor en su corazón y su alma. Inclinó su cabeza hacia abajo, otorgándole a quien una vez fue su otra mitad un momento de silencio.
Un accidente trágico había dado a lugar una serie de acontecimientos que cambiaron por completo la vida de Haruki, dejándola con un vacío y una soledad que no podía quitarse de encima. Un accidente el cual se había llevado consigo no solo su corazón, sino también la vida de la persona que amaba, y desde ese entonces la muchacha ya había dado por terminado su camino.
Haruki: Ya podremos volver a estar juntos, querido. Te lo prometo.
Haruki llevó su mano izquierda a la piedra fría de la lápida y la colocó donde su nombre sobresalía, y con unas cuantas lágrimas cayendo de sus ojos, dijo:
Haruki: Te amo, cariño... Y al contrario de lo que dijimos cuando nos casamos, ni la muerte va a poder separarnos.
Haruki le dedicó un último adiós a su esposo y se levantó de la hierba. Observó las flores por un minuto, giró sobre si dando media vuelta y se dirigió a la entrada/salida del cementerio. Una vez llegó a su auto, subió y volvió a encenderlo para emprender rumbo a su último destino.
Cada calle por la cual pasaba le traía recuerdos a su mente, llenándola de dolorosas pero lindas anécdotas junto a Nathaniel, las cuales jamás podrían ser borradas. Y conforme esos flashbacks golpeaban dentro de su cabeza, la velocidad a la cual conducía se hacía cada vez más rápida.
Haruki apretó fuertemente el volante del auto haciendo que sus nudillos se vuelvan blancos de la fuerza ejercida y el anillo de compromiso se incrustara en la piel de su dedo anular.
Las lágrimas en los ojos de Haruki nublaron su vista, impidiéndole ver el camino, por lo que el auto comenzó a ir de forma recta a una gran velocidad, llevándose varios objetos en el paso.
Haruki, aún consciente de la velocidad a la que iba y que no podía ver, pisó el acelerador con su tacón con aún más fuerza y cerró los ojos, esperando su destino.
El vehículo siguió su rumbo hasta que salió de la carretera a mucha prisa y se fue directo al agua, hundiéndose rápidamente y llenando el interior de este de agua salada.
Haruki no puso resistencia, solamente soltó el volante y se dejó llevar mientras el agua le cortaba la respiración y entraba en sus pulmones.
Y asi, el alma de Haruki abandonó su cuerpo, para poder reencontrarse con quien más quería.
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